El síndrome del trabajador quemado

El síndrome del trabajador quemado

Es una sensación, no por más conocida menos evitable: te sientes cansado, sin energía, encuentras dificultades para conciliar el sueño, se te hace cada vez más enojoso y mortificante el acudir al trabajo.

Planificas rutinas que incumples sistemáticamente, te defraudas a ti mismo inoculándote una desagradable percepción de culpabilidad que se retroalimenta porque cada vez se consiguen menos excusas para la auto justificación.

En el ámbito laboral, te cuesta horrores concentrarte adecuadamente, soportas mucho menos a los compañeros y a tu jefe; los meses transcurridos previos a las vacaciones han acumulado toneladas de cansancio y miríadas de frustración o de cuestiones inconclusas.

La sociedad y la organización del trabajo nos impelen a la perfección y apenas nos permiten fallas o muestras de debilidad.

Solo hay que sentarse en frente del televisor o viajar un rato por internet para recibir cientos de anuncios de productos que prometen combatir "los evidentes signos del cansancio", tales como pastillas, lociones, vitaminas, suplementos, cereales, bebidas energéticas y todo un tendal o surtido de ofertas terapéuticas, casi milagrosas.

La realidad es mucho más prosaica: a estas alturas del ejercicio anual, lo que resulta lógico y comprensible es la necesidad de tirar la toalla, pero no como metáfora del desistimiento y la derrota, sino como sinónimo de extenderla en la playa.

Vivir continuamente con la angustia de rendir por encima de nuestras posibilidades, excediendo horarios y capacidades, provocan una demostrada reacción somática consistente en, entre otras reacciones defensivas, la generación de la hormona cortisol, liberada por nuestro cuerpo en respuesta al estrés y que produce efectos negativos como el aumento de grasa o el incremento de la presión arterial, lo que nos acentúa el agotamiento y nos lleva a los límites de la resistencia personal.

Byulg-Chun Han, filósofo y ensayista surcoreano profesor de la Universidad de las Artes de Berlín, habla del concepto de explotarse a uno mismo con el espejismo de estar -de esta manera- alcanzando la realización personal.

Precisamente, en este sentido y por este tortuoso camino, recibimos a menudo en la consulta a personas destruidas por ese impulso de auto exigencia, búsqueda del poder y naufragio en el intento de la multitarea y el desdoblamiento.

Toda esta sintomatología viene derivada y es consecuencia de la dificultad para asumir nuestras propias limitaciones, para dosificar nuestras acotadas energías. Se intensifica en esta conflictiva época del año y nos puede conducir al extremo de padecer el denominado síndrome del trabajador quemado, además de otras secuelas impredecibles.

¿Se puede cambiar la óptica y entrenar nuevos hábitos con todo lo que nos sucede?

Una de las grandes satisfacciónes que tenemos como profesionales consiste en observar cómo los seres humanos somos capaces de recomponernos desde unos niveles ínfimos de autoestima, de renacer de nuestras propias cenizas.
Para que opere este cambio y se produzca la catarsis, lo primero que necesitamos es identificar los puntos críticos que nos ocasionan el malestar y, una vez focalizados, comenzar a trabajar sobre ellos.

Sabemos a ciencia cierta que el equilibrio y el éxito no consisten en estar siempre bien, encantados con nosotros mismos, sino que radica en encontrar respuestas cuando las cosas se ponen complicadas, en los finales de ciclo y en las modificaciones bruscas de las condiciones cotidianas.

Veamos algunos consejos prácticos
1 Identifica a personas de tu entorno a cuyo lado sientas una protección especial, que te transmitan una energía positiva.
2 Sal de la autoexigencia de los “debería”, “tendría”, “habría que “para poder, simplemente, aceptar que estamos cansados. Esto nos permitirá buscar nuevos recursos personales.
3 Estar un buen rato en silencio, darnos un baño relajante o caminar para distendernos.
4 Mindfulness (atención plena) es una herramienta en estos días imprescindible para los que habitamos en este tipo de sociedades tan rigurosas y exigentes.

5 Poner toda la conciencia y capacidad enfocadas a desarrollar una actitud de autocuidado y responsabilidad para nuestra existencia personal

6 Analiza tus prioridades, ya que esto nos permite reordenarnos.
7 Con tantas exigencias, no debemos olvidar darle un lugar al cuerpo para que afloje sus tensiones. Esto ayuda además a la mente y a que los sentidos se amplifiquen positivamente.
8 Poner consciencia en estas “demandas sociales” que hemos aceptado como naturales históricamente y permitirnos ser.
Por mucho que incremente la tensión o se observen reacciones inadecuadas, no es conveniente que el niño o adolescente evite presentarse a un examen arguyendo excusas diversas

AUTORES:
Verónica Rodríguez Orellana, Psicoterapeuta y Directora de Coaching Club

Ernesto de Antonio Hernández, Licenciado en Matemáticas y Estadística (UCM).

logo skype coaching club

En cualquier parte del mundo dónde te encuentres puedes tener sesiones de coaching con nosotros
Consulta procedimiento y política de pago


Si este tema te interesa, contacta con el autor.

911704854 / 665868623

Share

Deja una respuesta

Responsable de los datos: Verónica Rodríguez Orellana, directora de COACHING CLUB.
Finalidad: Gestionar los comentarios y envío de información de Coaching Club.
Legitimación: Tu consentimiento expreso.
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. Ver nuestra política de privacidad. Derechos: Tienes derecho al derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de tus datos.

Abrir Chat
Hola ¿cómo podemos ayudarte?
Hola, ¿en qué podemos ayudarte?
Powered by