Averigua si estás con un necesitador compulsivo

Averigua si estás con un necesitador compulsivo

En el mundo nos encontramos personas permanentemente insatisfechas que viven conjugando de manera incesante el verbo necesitar. Lo utilizan tan profusamente, a modo de mantra o de desiderátum, que generan en amigos, compañeros o parejas una exigencia en ocasiones rayana en el incordio y en el fastidio.

Este tipo de individuos encuentra todo tipo de improrrogables requerimientos, desde lo material a lo intangible: afectos, consejos, adquirir algo; notan que siempre hay algo que les falta y son exigentes y apremiantes a la hora de solicitarlo.

Lo que sucede, además, es que -stricto sensu- la necesidad debe estar referida exclusivamente a cuestiones imperiosas e insoslayables de carácter biológico: necesitamos aire, agua, alimento, dormir; por eso la carencia de estos elementos despierta una verdadera solidaridad, mientras que otros deseos y reclamos lo que avivan es un cierto rechazo por la sensación de egoísmo y exceso.

En nuestras sesiones grupales de coaching incidimos sobremanera en esta radical y trascendente diferencia y en la utilización adecuada y aquilatada del verbo necesitar. Muchas veces, resulta muy útil realizar el sencillo ejercicio de intentar sustituir necesitar por querer para darse cuenta de cuáles son realmente las verdaderas necesidades.

Si cuando aseveramos "necesito ganar más dinero, unas vacaciones, acudir a un partido de fútbol en la cumbre..." cambiamos el inicio de la frase por "quiero", no solo dotamos de más realidad al enunciado, sino que su contenido resulta más proactivo, más adulto; menos pueril y exigente.

El deseo es un haber, no un deber, y su ejercicio y responsabilidad tienen que focalizarse en el que lo siente (a veces lo padece), no en los que reciben la demanda de tal necesidad, que no resulta -en realidad- más que una notoria y notable carencia.

Otra acepción o componente de la "necesidad" es la que se da dentro del vínculo afectivo. El individuo que, en este ámbito, pronuncia las palabras "te necesito" suele añadir un dramatismo contraproducente a la relación y acostumbra a ser muy absorbente en la misma.

Esta declaración añade una responsabilidad desmesurada en aquel que recibe tal confesión, a la larga difícil de sobrellevar. Lo que a simple vista puede resultar halagador, puede transformarse en una complicación excesiva cercana al chantaje sentimental.

En el amor hay que procurar eludir responsabilidades prescindibles y compartir lo que se tiene, no tratar de que constituya un remedio milagroso para paliar carencias o rellenar insondables vacíos.

Es importante entrenar el ojo y el instinto para discernir de modo indubitable lo que son genuinas necesidades de lo que son meros anhelos, sobre todo para no verse extorsionados, violentados o manipulados como consecuencia de la exigencia gratuita de los segundos.

Muchos aseguran que la necesidad mueve montañas y hace funcionar al mundo. Otros, por el contrario, consideran que lo que impulsa y galvaniza la existencia es el deseo, la fuerza vital, la buena ambición. En Coaching Club nos apuntamos, sin margen para la duda, a la segunda reflexión.

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