Recién divorciado: Sueños y pesadillas

Recién divorciado: Sueños y pesadillas
En 2014 hubo 100.746 divorcios, un 5,6% más que en el año anterior.
La custodia compartida de los hijos fue otorgada en el 21,3% de los casos de divorcio, según datos del INE. Con la llegada del verano se plantea un nuevo reto: atravesar las vacaciones estrenando nuevo estado civil resolver y rellenar el tiempo de ocio propio y de los hijos.

 

Partamos del hecho cierto de que ya el llegar a la mitad del año con la posibilidad de planificar unas vacaciones supone, en sí mismo, un privilegio nada desdeñable.

Lo verdaderamente incuestionable es la necesidad imperiosa de ese descanso veraniego, esa posibilidad de liberación de todas esas pequeñas vicisitudes y pesadillas de la vida cotidiana que normalmente no se reflejan en la sonrisa de los selfies ocasionales ni en la redacción al vuelo plasmada en algún muro social, pero que van calando en el subconsciente del individuo.

En el caso del divorciado, a esa expectativa hay que añadir la enervante posibilidad de que sean las primeras en total libertad desde hace tiempo, en el espacio temporal en el que los hijos le corresponden a tu ex.

La tempestad en verano

Para los recién separados, no obstante, esta nueva situación supone un grado de desconcierto, de soledad y de entropía que difícilmente se superan de manera providencial e inmediata, a pesar de las expectativas del verano, sino que debe transcurrir un tiempo prolongado para asumir la nueva situación y ubicarse en la reciente realidad.

Además, suele ocurrir que al dolor y al desconcierto por la situación personal se le una un cierto sentimiento de culpa debido a los códigos culturales y a los mensajes subliminales que forman parte de nuestro acervo. Hemos asumido de forma natural asertos tales como "no es bueno estar solo", "la familia es lo primero y lo fundamental", estereotipos y paradigmas de la familia tradicional y de la pareja como vehículo imprescindible para alcanzar la felicidad.

Todos estos condicionantes personales y sociales inoculan en el separado sentimientos encontrados de duda y culpabilidad que desembocan en un proceloso mar de dudas cuya resolución solo el tiempo y, en muchas ocasiones, un buen proceso terapéutico podrán proveer.

La vida doméstica del día después

Si, por añadidura, concurre que el separado debe ocuparse de la custodia de los hijos, al desequilibrio personal se le sumará el frente abierto de tener que responder a todas las necesidades y a las propias inestabilidades e inseguridades, derivadas de la nueva situación, de los miembros de la prole.

Resulta importante el tratar de asumir y mimetizarse con la nueva realidad y no tratar de combatir de golpe la sensación de desamparo. Si se precipitan las cosas y no somos capaces de concedernos el tiempo suficiente para una recuperación efectiva, seremos candidatos a repetir nuevamente la experiencia y el círculo vicioso que converge en la ruptura de la pareja y en la búsqueda inmediata de una nueva, viviendo constantemente la angustia de la posibilidad de perderla. También existe el peligro de que nos volvamos evasivos y evitemos las relaciones por temor al fracaso, al tedio o al abandono.

¿Cómo sabremos que pasó la tempestad?

La tempestad habrá finalizado en el instante mismo en que nos demos cuenta de que todo está asumido, cuando no persisten rencores, ni revanchismo, sino solo deseos de mirar hacia adelante, de no tener ojos en la nuca.

Incluso cabe la posibilidad de recuperar a la ex pareja como amigo, compartiendo actividades de los niños, solventando con espíritu de colaboración los problemas que a ellos les surjan, siendo positivos y desdeñando conflictos y rencillas, enmendando errores y aprovechando la experiencia vivida.

¿Manual para divorciados? ¿Existe?

Pensar en un manual o en un vademécum de soluciones para separados es caer en el error de suponer que todos estamos cortados por idéntico patrón y que todos respondemos de una forma más o menos parecida. No existen recetas estandarizadas ni milagrosas, aunque sí es generalizadamente conveniente encontrar los apoyos suficientes en amigos y familiares. También el terapeuta puede aportar un sustancial granito de arena al proceso de recuperación.

Algunos consejos prácticos cuando hay hijos.

1. Nunca desacredites a tu ex-pareja delante de tus hijos, la crítica puede dañar su autoestima.

2. No utilices a tus hijos como mensajeros entre tú y tu ex-pareja.
Cuanto menos se sientan ellos parte de la pelea entre sus padres, mejor entenderán la situación.

3. Tranquiliza a tus hijos haciéndoles comprender que ellos no tuvieron ninguna responsabilidad en la separación. Muchos de ellos asumen como propias las causas de la ruptura.

4. Anima a tus hijos a que vean con frecuencia a tu ex-pareja.

5. Tus hijos pueden tener la tendencia natural a actuar como tu “corresponsal” en la casa de tu ex-pareja. Trata de no pedirles que te cuenten nada que no sea del interés de ellos. Dejemos a los niños ser niños.

6. Si sientes que no puedes asumir el trance de la separación con calma y responsabilidad, pide asesoramiento terapéutico o inicia un proceso de coaching. Tus problemas,sin quererlo, pueden trasladarse a tus hijos, complicándoles aún más el poder afrontar con éxito la situación.

7. Dentro de lo posible, no realices demasiados cambios en la vida de tus hijos. Si además de abordar la separación deben cambiar de residencia y de escuela, tardarán mucho más en superar el divorcio de sus padres.

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